El análisis técnico y la academia “formal”: El divorcio.

Hoy se puede estudiar análisis técnico bursátil con estructura académica formal en muy pocos lugares del mundo.
El IEB en Madrid, La Universidad de Warwick en Inglaterra, La universidad Golden Gate en San Francisco, el New York Institute of Finance, El Tecnológico de Monterrey en Santa Fe, con un profesor específico en un curso eventual, y el IAT Bursátil México en el curso de especialidad de análisis avanzado y teoría de ondas de Elliott.
 
Por lo demás es común asociar el análisis técnico con una materia “esotérica” que se trata de rayar gráficos con líneas de tendencia para encontrar “inflexiones”, y más frecuentemente asociado con charlatanes que venden “cursos de trading express”.
 
Estos cursos tienen como base un fragmento de la teoría de Dow para consolidar una técnica que llama “chartismo”, aludiendo a la disciplina de leer la gráficas, así como un par de indicadores matemáticos.
 
No es extraño entonces que la academia formal rechace al segundo grupo, pero:
 
¿Cómo llegamos a esto? Y más importante aún ¿tiene remedio?
 
La respuesta se encuentra en la historia, y en los sesgos. La crítica más comúnmente citada como antítesis del análisis técnico se le atañe a Benoit Mandelbrot, el matemático polaco/francés-americano.
 
Mandelbrot es el autor de la geometría fractal, y entre otras cosas criticó el trabajo del padre del análisis técnico bursátil moderno Ralph Nelson Elliott, aunque en “The Misbehavior of Markets” alude a movimientos rítmicos del precio basados justamente en sus teorías de fractales.
 
Un texto de la Universidad de Utah, de Patrick W. Harris(1), incluso afirma que Benoit Mandelbrot plagió el trabajo de Elliott puntualmente en su artículo “A Multifractal Walk down Wall Street” Publicado en Scientific America en 1999, al punto que la crítica pública de la academia afirmaba que cuando menos debió haberlo citado. El problema con hablar de «mercados eficientes», es la noción sesgada y equivocada de que si el mercado se pudiera entender, todos lo entenderían y ya no funcionaría como en primera instancia. Eso, por razones que exploraremos en más de un texto raya en lo absurdo, y está absolutamente equivocado.
 
El estudio de mercados desde el punto de vista técnico, no fundamental, tiene su rechazo entonces en la división histórica que comenzó a marcarse durante los años 90’s.
 
La teoría del «paseo aleatorio», además nos narra que los precios del mercado se mueven de manera arbitraria y no acorde a un patrón predictivo. Bajo ese orden de ideas sería incalculcable absolutamente conocer la dirección de una tendencia de mercado, con cualquier teoría. Poco se dan cuenta de lo grave que es comparar el mercado con el ruido estático de una televisión, que es justo lo que están haciendo.
 
En palabras de David Bergamini:
 
«Tirar una moneda es un excelente ejercicio de teoría de probabilidad que todos hemos intentado. Predecir «cara o cruz» es una apuesta justa puesto que la probabilidad de que caiga una o la otra es 50%. Nadie espera que caiga «cara» una vez cada 2 tiros, pero en una cantidad suficientemente grande de tiros los resultados tienden a igualarse. Para que una moneda caiga en cara, 50 veces consecutivas, se requiere 1 millon de hombres tirando monedas 10 veces por minuto, 40 horas por semana y entonces sólo pasaría una vez cada 9 siglos.» (2)
 
La mera existencia de operadores de una corriente o la otra, que logran un desempeño de mercado positivo sistemáticamente erradica cualquier noción de realidad de la «teoría del paseo aleatorio», como lo indica Robert Pretcher y A.J. Frost en «The Elliott Wave Principle».
 
Muchos“Fundamentalistas” niegan la existencia de un orden matemático de mercado sin conocer de fractales de estructuras de mercado, y de la idea comprobable diariamente que el mercado tenga una base rítmica y matemáticamente ordenada que tiende más al cero que al uno de entropía.
 
Irónicamente al negarlo se rehúsan en una actitud anticientífica, a sentarse a estudiarlo porque si fuera cierto “Alguien ya lo habría descubierto”, aunque basten 10 minutos en Google para encontrar literatura científica descrita de estos fenómenos.
 
En cambio los técnicos se dividen en 2:
 
1. Los “chartistas”: Que ni quieren, y en muchos casos ni pueden sentarse a describir estos fenómenos, y prefieren contestar con un: “cada quien use lo que le sirva”. y;
 
2. Los Elliottistas: Que somos rigurosamente más abiertos a las invitaciones de entender el mercado desde la visión científica, usualmente con la puerta siempre abierta a enseñar y conocer por igual.
 
Esta pelea académica descrita tiene madurando entre 3 y 4 décadas, al punto que pareciera que nadie es capaz hoy de sentar a un Fundamentalista y a un técnico en la misma mesa, sin que uno descalifique al otro, y peor, llevando la conversación a una vulgar comparativa de carteras y “performance” de mercado: ¿Quién ganó cuánto en qué año? ¿Qué fue mejor?
 
Somos creyentes que el trabajo de la academia es conocer, cuestionar y si es posible: consolidar el conocimiento. La academia no puede ser jamás una herramienta para engrosar egos, debe dedicarse a bajar la llama de prometeo.
 
En el IAT Bursátil nos encontramos desarrollando documentación científica de fenómenos ordenados que vemos expresarse en las millones de transacciones diarias del mercado, para poder sentar en la misma mesa las dos corrientes del pensamiento.
 
Nunca nos ha interesado tener razón, tanto como a un físico no le interesa argumentar sobre los efectos de la gravedad en un objeto que cae. No es importante, porque lo importante es documentarlo, no «pelear por su existencia».
 
Nos importa particularmente abrir las puertas de la academia, de los dos lados. Una vía bilateral que construya un puente nutritivo para todas las disciplinas.
 

Con la ayuda de nuestro alumnado, profesorado, y el rigor científico, seguramente podremos reconciliar el innecesario divorcio del estudio clínico de los mercados financieros.

 
 
(2) Mathematics, Bergamini David.

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